HIGIENE DE LA MIEL
Por
Nelso A. Torresi
Prácticas sencillas que debe
cuidar todo apicultor durante los trabajos que demanda la cosecha de la miel
para evitar la absorción de humedad en el producto y consecuentemente el
peligro de la fermentación.
Tal vez para muchos
apicultores les parecerá algo reiterativo y superfluo hablar de un tema tan
trivial como es el de la cosecha de la miel. Cosecha ésta que involucra el
retirado de las alzas llenas de miel en las colmenas, el desoperculado de los
panales, la extracción de la miel de los mismos y el posterior
acondicionamiento de esta miel. Sin embargo, y de acuerdo a lo que pude ver y
observar en reiteradas oportunidades, muchos otros parecen “desconocer”, o “no
darse cuenta” de algunas normas básicas de higiene de la cosecha de la miel,
higiene ésta que garantizará las medidas profilácticas para una perfecta
conservación del producto.
Sabido es que una de las
causas más frecuentes de la alteración de la miel, es aquella producida por la
fermentación. Esta fermentación tiene su origen principalmente cuando la miel
en cuestión contiene un exceso de humedad proveniente de una miel no madura
aún, y/o de la absorción de humedad del medio ambiente como consecuencia de un
mal manipuleo del producto durante la cosecha.
Por lo tanto, recordaré aquí
algunas sugerencias prácticas a tenerse en cuenta durante los trabajos que
requiere la cosecha, para evitar así la absorción de humedad, y
consecuentemente el riesgo de la fermentación. Sugerencias éstas fáciles de
seguir si se cuenta con la voluntad, y sobre todo la responsabilidad suficiente
que los apicultores debemos imponernos si queremos que nuestras mieles ganen la
confianza popular, y por ende la apertura de nuevos mercados para su
colocación.
Extraer mieles solamente de
panales operculados. De esta manera se tendrá la seguridad de que la miel está
madura, es decir, con bajo contenido de humedad, pues de lo contrario las
abejas no la operculan. No obstante lo antedicho, cuando ha cesado el flujo de
néctar, o cuando el mismo es escaso y el tiempo es seco, la miel contenida en
panales parcialmente operculados puede estar madura, , caso que se comprueba
con la clásica “sacudida” del panal. Si la miel sale del panal nos está
indicando que esa miel no está madura aún; caso contario, es decir, cuando la
miel está madura no saldrá del panal.
No extraer miel en días muy
húmedos. Recordar que la miel comienza a absorber humedad del medio ambiente
cuando la misma sobrepasa el 60% relativo. Por lo tanto, no extraer por arriba
de ese índice. Por el contario, si extraemos en días secos, con bajo índice de
humedad ambiente, favoreceremos durante el proceso de extracción y demás
manipuleos, la liberación de humedad de la miel al medio ambiente.
Tampoco en días muy húmedos
sacar las alzas con miel de las colmenas y dejarlas apiladas en la sala de
extracción para extraerles la miel “otro día”.
Antes de comenzar la
extracción de la temporada, lavar nuevamente y en forma prolija con agua bien
caliente, o mejor agua hirviente o vapor, todos los implementos a usar:
extractor, batea desoperculadora, tanques, etc., de manera que no contengan
ningún resto de miel de la temporada anterior, que de existir estará fermentado
y actuará como foco infeccioso de la miel que iremos a extraer. Secar luego cuidadosamente.
Toda vez que se interrumpa
la extracción durante varios días, y luego volvemos a hacerlo, lavar nuevamente
el extractor y demás implementos, puesto que ese extractor y demás, que habían
quedados “mojados” de miel, habrán absorbido una buena cantidad de agua del
medio ambiente como como para diluir la miel adherida y depositada en dichos
implementos y permitir así el desarrolla de fermentos. Una buena técnica que
reemplaza el trabajo de lavar el extractor, es “deshidratarlo”. Se coloca una
fuente calórica, que puede ser un calentador a gas o a kerosene debajo del
tanque del mismo, es decir, en el fondo y se lo hace girar a toda velocidad con
el grifo abierto. De esta manera habremos evaporado el agua absorbida, y al
mismo tiempo destruido los fermentos por la acción del calor. Demás está decir
que esa poca miel que “chorrea” del grifo durante el proceso, deberá
desecharse.
Cuando terminamos el trabajo
de extracción del día, cubrir el extractor con una tela de plástico o cualquier
cubierta impermeable. De esta manera no solamente se evitará en parte el
ingreso de humedad en el mismo, sino que también se evitará la entrada de
polvo. La misma recomendación se hará para la batea desoperculadora, tanques, y
todo otro implemento que ha contenido miel.
No dejar recipientes
(tanques, baldes, etc.) con miel, abiertos en contacto con el medio ambiente.
Éstos deberán siempre lavarse o taparse bien una vez concluida la tarea del
día.
¡Cuidado con los tambores
usados que ya han contenido miel! Muchos apicultores, que venden su miel a
fraccionadores con devolución del tambor, vuelven a envasar la miel en esos
tambores sin previo lavado de los mismos. Esos tambores que han estado durante largo
tiempo “sucios” de miel, principalmente si no se han cerrado herméticamente,
habrán absorbido suficiente humedad y habrá restos de miel fermentada. Por
consiguiente se debe lavar bien los tambores con agua hirviente o vapor y luego
secarlos cuidadosamente antes de volver a un nuevo llenado.
Revisar el tambor nuevo
antes de llenarlo para comprobar que el mismo no contenga agua, pues muchas
veces los tambores se guardan en la intemperie o en lugares mal protegidos por
la lluvia, ya sea por parte del comerciante o apicultor, y en algunos casos el
agua puede penetrar dentro del mismo como consecuencia de un cierre deficiente
de sus tapas.
Filtrar bien la miel antes
de envasarla en los tambores. Esto es muy importante ya que las impurezas
(trocitos de cera, abejas muertas, etc.) que flotan en la superficie de la miel
envasada como consecuencia de un mal filtrado, aumentan la superficie de
absorción de humedad y a la vez actúan como “oxigenadores” de las levaduras. Lo
mismo ocurre con la miel depositada en los tanques de decantación si esas
impurezas de la superficie se dejaran por algún tiempo, por lo que es
conveniente retirar, no bien se decante la miel al cabo de dos a tres días,
dichas impurezas.
No dejar restos de miel en
el piso del local de extracción. Lavar o limpiar diariamente todo cuanto se ha “chorreado”
o “goteado” durante la labor del día. Usar continuamente un trapo húmedo para
la higiene de las manos.
Por último una recomendación
general a modo de ser cargoso: en los trabajos que demanda la cosecha de la
miel seamos limpios, casi diría yo “obsesivos de la limpieza”. De esta manera estremos, en este sentido,
seguros de que nuestra miel habrá recibido los cuidados necesarios para una
buena, perfecta y perecedera conservación, libre de toda alteración por
fermentación.
Extraído
de: “Higiene de la miel” por Nelso A. Torresi. Rev. “Gaceta del Colmenar”. Tomo
XL, N° 461, Septiembre 1978, pág. 518-519.
http://agricola.nal.usda.gov/cgi-bin/Pwebrecon.cgi?v1=2&ti=1,2&CNT=30&HC=4&RelBibID=36887159&HostBibID=35134863&ProfileCode=ISSART&SEQ=20140923174829&PID=9mShSquaH5cjNzRPhyyigs3afoSv
http://agricola.nal.usda.gov/cgi-bin/Pwebrecon.cgi?v1=2&ti=1,2&CNT=30&HC=4&RelBibID=36887159&HostBibID=35134863&ProfileCode=ISSART&SEQ=20140923174829&PID=9mShSquaH5cjNzRPhyyigs3afoSv
No hay comentarios:
Publicar un comentario