LAS VÍAS
FÉRREAS COMO RESERVORIO DE LA FLORA Y FAUNA AUTÓCTONAS
Por Nelso A.
Torresi
A igual que las
orillas de ríos y arroyos, las vías férreas, en sus banquinas, constituyen un
reservorio o relicto de la flora autóctona de los biomas correspondientes en
que atraviesan las mismas.
Cuando hablamos de
flora no estamos solamente indicando a los árboles que son los más visibles,
sino también a una variedad de arbustos y muchísimo más de hierbas diversas, las
que vulgarmente y erróneamente se dicen “yuyos” o “malezas” en la jerga de la agricultura.
Esta flora o
poblaciones de vegetales que prosperan a orillas de las vías, tienen muchísima
más importancia en los biomas agrícolas destruidos en su totalidad con la
explotación que hace el hombre en esas zonas. Y hablamos sobre todo de la Pampa
Húmeda invadida por el cultivo de la soja.
Otro tema asociado
al cultivo de la soja son las pulverizaciones que hace el hombre con distintos
venenos para matar a estos “yuyos”, es decir, los herbicidas, como el famoso
glifosato, de comprobada acción carcinógena y teratógena. Pero lo peor es que
no solamente se pulverizan a los cultivos, sino también por debajo de los alambrados
y/o banquinas de caminos rurales y también las vías férreas. Ese relicto es un
reservorio natural de flora y fauna, que podría ayudar en forma ecológica a
mantener en equilibrio de las “plagas” que el hombre, justamente por producir
desequilibrios en esos ecosistemas, está
creando.
Además toda flora
está asociada con una población de animales (fauna) que juntos constituyen la
biocenosis de ese bioma. Esos animales son insectos útiles diversos, reptiles,
mamíferos, etc. etc., de manera que están en un equilibrio ecológico, y por lo
tanto ninguna población se hace plaga.
Digamos también
que esta pulverización indiscriminada y suicida, que bien podríamos hablar de
agrogenocidio, se incrementó notablemente con el paquete agrotecnológico
impuesto por la siembra directa y las multinacionales que están detrás de ese
fabuloso negocio.
Pero además esa
flora y fauna que vegeta en las banquinas de las vías férreas, constituyen la
única fuente para estudiar la sistemática vegetal y animal de esos biomas.
Muchas especies
vegetales han sobrevivido a la extinción del hombre gracias a ese relicto que
son las vías del ferrocarril.
En la flora de las
vías, vemos especies nunca vistas fuera de ellas cuyas semillas ancestrales prístinas
perduraron por décadas o cientos de años esperando para que se den las
condiciones ecológicas y germinen. En dicha flora prosperan una fauna diversa,
tanto de hábitos herbáceo, arbustivo y arbóreo. Invito a que recorran las vías
y se van a encontrar con flores de plantas silvestres nunca vistas.
En la Pampa
Húmeda, bioma en donde no existe el árbol autóctono, se pueden ver en las
orillas de ríos y arroyos, y en las vías férreas, relictos de ejemplares de
Molle, Cina cina, Espinillos, Chañar, etc., todos árboles autóctonos.
Muchos propician
la “limpieza” de las vías, sobre todo ahora que estamos en una reactivación
ferroviaria. Los vegetales, estén vivos o muertos, no son “basura” y por lo tanto se deben dejar
irremediablemente. Tenemos el concepto de no desmontar, cosa que está bien,
pero no el de no deshierbar. Nos gusta que el “pastito” esté siempre bien
cortado. Eso está bien en nuestras casas que creemos que así está más prolijo.
Pero no en lugares donde no nos molesta en absoluto y son necesarios que
permanezcan.
La vegetación en
las vías férreas, sobre todo de gramíneas, que es la que predomina sobre las
vías propiamente dicha y al lado de las mismas, con su red de raíces profundas,
evita la erosión producida por el agua de lluvia y por consiguiente el
desmoronamiento del terraplén.
Al tren no le
afecta en absoluto esa vegetación en las vías, sea herbácea, arbustiva o
arbórea, al contrario, ya que las hojas constituyen un filtro de absorción del
dióxido de carbono y otros contaminantes que liberan los motores de la
locomotora, máxime que dichos motores son diésel y por lo tanto son más
contaminantes. Solamente se justifica este “desmalezamiento” en lugares donde
se necesita visibilidad por razones de seguridad, como pasos, estaciones, pero
no en el trayecto de las vías. Y ese desmalezamiento se debe hacer siempre con
herramientas mecánicas y NO, como se hizo muchas veces en el pasado,
pulverizando con glifosato. Hubo muchas polémicas sobre las pulverizaciones con
glifosato y otros herbicidas en las vías, que todavía dichas prácticas no están
del todo zanjadas.
También no podemos
dejar de mencionar las quemazones que se hacían en las vías a fines del
invierno en tiempos más lejanos quedando todo carbonizado y con el consiguiente
peligro que ello representa.
En síntesis,
dejemos “tranquilas” a la flora y fauna de las vías férreas. Ellas son las que
contribuyen a mantener poblaciones de vegetales y animales que de otra manera
hubieran sido reducidas y/o extinguidas.
Muy pero muy interesante.Gracias Nelso!
ResponderEliminarGracias a vos que lo leíste.
EliminarMuy,pero muy ineresante! Gracias Nelso!
ResponderEliminarA vos.
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