UNA LLANURA SIN ÁRBOLES
Por Nelso A. Torresi
A nadie se le puede ocurrir decir que en nuestra “Llanura pampeana” no hay árboles, ya que por doquier que miremos están presentes. Esto es así porque el hombre, a través del tiempo los plantó, trayendo especies de otros biomas cercanos, o árboles exóticos de otras regiones del globo.
A nadie se le puede ocurrir decir que en nuestra “Llanura pampeana” no hay árboles, ya que por doquier que miremos están presentes. Esto es así porque el hombre, a través del tiempo los plantó, trayendo especies de otros biomas cercanos, o árboles exóticos de otras regiones del globo.
Originariamente, la llanura pampeana
carecía de árboles. Tal es así que al bioma pampeano se lo llama "Pradera
o Pastizal", ya que justamente ésta era la vegetación originaria o
autóctona de la misma.
Este bioma se caracteriza por el predominio absoluto de las
gramíneas y algunas hierbas no graminiformes. Según Cabrera, la mayor parte de
las especies de la flora pampeana, pertenecen a los demás biomas del dominio
chaqueño que han avanzado y se han expandido y diversificado en esta inmensa
llanura de constitución relativamente reciente, adquiriendo así la exclusividad
de pradera graminiforme.
Ahora bien, llama mucho la atención por qué
en este bioma no exista el árbol, cuando en condiciones de cultivo crecen
excelentemente. La razón, al parecer, no está del todo dilucidada. Según
algunos autores, el suelo y el clima de esta llanura de formación nueva,
hicieron prosperar rápidamente a este tipo de vegetación, que como se dijo,
provino de formaciones vegetales vecinas, de tal modo que sus abundantes y
profundas raíces, no permitieron que las plántulas de las especies leñosas
pudieran competir con ellas. Los árboles sólo pueden prosperar cuando se extrae
la vegetación herbácea a sus alrededores y se evita su desarrollo, tal como hizo
el hombre en forma artificial a través de muchas décadas.
Hoy en día es muy poco lo que queda de esa
vegetación autóctona, destruida por el hombre tras muchas décadas de actividad
agrícola-ganadera. Sólo podemos encontrar algo de esta vegetación pristina a
orillas de las vías del ferrocarril o en algunos campos abandonados o no aptos
para la explotación agrícola-ganadera.
Con la actividad humana poco a poco se fue
erradicando las gramíneas, y entonces el árbol, traído y plantado por el hombre
pudo prosperar y, algunas especies, hasta convertirse en malezas.
Muy curiosa la historia de estas hierbas autóctonas, posiblemente sean ellas con el trabajo de sus raíces las que han acumulado nutrientes durante siglos para enriquecer esos suelos. Qué pena que ya no estén tan presentes. Gracias por el artículo
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